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2010-06-28

· [De]krear

Este es mi reloj. Es bastante antiguo, perteneció a mi abuelo, luego a mi padre, y ahora a mí. Pero no estoy muy seguro de querer tenerlo. Y no tiene nada que ver con su aspecto, es muy hermoso, de verdad. Simplemente no puedo comprenderlo. Pienso que todo lo mío es parte de mí, que mis cosas y yo somos uno mismo. Y no entiendo porqué este reloj no para. No se detuvo al morir mi abuelo y tampoco al morir mi padre. Las manecillas deberían detenerse cuando duermo y no sueño, y en los momentos de vigilia, cuando no pienso ni siento.
Pero no lo hace. El tiempo avanza siempre. Quizá él no quiere ser mío, y como no es mío ni yo de él, no lo comprendo parte de mí.
¿Cómo va a ser mío si no lo siento parte de mí? Y ¿cómo sentirlo parte de mí si no vivimos en un mismo tiempo? Me atreví a preguntárselo, y me respondió que todos estábamos presos, cada cual en su espacio y tiempo. De ser así, dos cosas no pueden estar ni en el mismo lugar ni la misma dimensión temporal. ¿Cómo podría, entonces, ser parte de algo más?
¿Será que él se llama reloj y yo Tomás? ¿Que él es un objeto de engranes y marcadores y yo un cuerpo de órganos? ¿Que él cuenta las horas y a mí me cuentan los años? ¿Son prisiones todo lo mencionado? Quizá debería desnombrarme, abandonar este cuerpo, abstraerme de las épocas, olvidar los conceptos, las palabras, incluso, dejar de escr…


Y ahí, en la nada, ser parte de todo.


1 comentarios:

Michell Giovanni Parra Al dijo...

El tiempo... qué tanto no se puede decir de él... sin embargo, me gusta cómo lo desmembranas, cómo lo comparas y lo pones frente a cada uno de nosotros: Tómas= inocencia preocupada...
Me recordaste a Enstein; tiempo relativo.
Saludos KappieG!!

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Edgar Hernández. Tecnología de Blogger.