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2009-04-29

· Mozquitos pai-pai-enses

La presente historia fue basada en hechos reales, sucesos referentes al viaje realizado a la Laguna Hanson, Ensenada, por un grupo de estudiantes que, a pesar de llevar la máxima preparación, no tenían idea de lo que les deparaba esta aventura.
Todo había empezado bien… bueno, no, la verdad nos retrazamos unas horitas, pero, vamos, somos mexicanos, y con el calentamiento global, uh. Llegar a Ensenada fue entretenido, asistir al mercado fue discutible, en casa de Oliver todos estábamos más tranquilos, pero la aventura apenas comenzaba. Iniciamos el viaje, durante el cual fui un gran copiloto a lado de Alex y “El Party” (nombre asignado al reproductor de mp3 xD). En otro auto iban el resto de los compañeros y no por eso menos importantes.
Las carreteras de la ciudad fueron de lo más divertido, pudimos rescatar el hecho de que a las personas amables nos pagan los favores con un no-favor. Tal es el ejemplo de que Alex siempre le dio el “pase” a los carros, y no era sólo porque ejecutaba los cambios minuciosamente (no lentamente), si no que allá, donde no había semáforos, la gente se organizaba mejor que, por ejemplo, en Tijuana, que a pesar de estar llena de estos dirigentes, siempre hay un tedioso congestionamiento de carros por doquier. Lo divertido estaba en que los autos a los que Alex daba pase no dejaban ver el auto que Oliver manejaba, y al que se suponía debíamos seguir, pero cómo hacerlo si el carro de enfrente nos obstruye la vista. Haha. Oliver se estacionaba en cada lugar para esperarnos xD, me pregunto cómo nos veríamos desde arriba. o-o
Luego, en la carretera fuera de la ciudad y de sólo dos carriles (distinto sentido obviamente), el paisaje era hermoso, las curvas peligrosas y yo extrañaba las donas espolvoreadas que el padre de Cony había dejado en su carro, es decir, en el que yo no iba ;___;. Pero el hambre no me detiene; no mucho. Así que el recorrido continuaba. Como era “todo derecho”, decidimos tomar la delantera, Alex activó el nitro y Oliver y los otros quedaron atrás, sin olvidar que el camino ardía en llamas. La amabilidad que nos caracteriza nos incitó a dejarlos de nuevo en el liderazgo, pues si no lo hacíamos se iban a deprimir.
Entonces pasamos por unos pastizales en los que noté algo muy llamativo: un grupo de vacas comía amistosamente, agarraban cura, comadreaban, hacían cosas de vaca pues; pero a unos metros, una vaca del mismo tipo comía sola, toda emo, o al menos eso pensaría alguien común, pero yo fui más allá. Era evidente que el grupo de vacas aparentemente normales y no-emos eran falsas, sólo un paisaje pintado, y que la vaca “real” era un ciber-vaca, una cámara que grababa todo vehículo que por la carretera pasaba, y que estaba a cargo de una organización apenas desconocida para nosotros. ¿Qué institución sería capaz de hacerle eso a un ser tan sagrado como lo es la vaca? Se lo pasaría a un toro en desamor, pero, por dios, ¿una cámara? En ese momento sólo podía activar todos mis sentidos y estar alerta de lo que pasaba alrededor.
El tercer camino: el que nos conectaba a la L. H., un camino turbulento y abundante en tierra, con plantas desérticas alrededor (plantas con un listón), piedras sospechosas y una sensación de que nos observaban. Poco a poco el misterio se aclaraba, estaba a punto de descubrir aquello que nos vigilaba discretamente. Una esencia que nos seguía desde que pasamos la ciber-vaca-cámara. Cuando Alex no quiso ennegrarse más con el polvo que levantaba el auto guía, cerramos las ventanas; pero antes de eso salió un mosquito, y no cualquier mosquito, era uno enorme. Así nos dimos cuenta de lo que sucedía: el moscote que estaba adentro era el ser que nos observaba, un ciber-mosco-cámara que grababa todo lo que sucedía (ninguna intimidad) al interior de la nave, y que seguramente pertenecía a un clan de insectos homogéneos a él (obviamente el jefe era más grande). Como precaución, también cerramos las compuertas de la ventilación, para que nada entrara o saliera del interior del auto, ni siquiera el sonido (repito, nada íntimo).
Llegamos al área de la L. H. y con ello cayó la noche. Fueron unas pocas vueltas las que dimos antes de encontrar el lugar en el que acamparíamos. Sí, muchas. El carro líder recorría un camino y nosotros lo seguíamos durante 3 minutos, al llegar a los 3:00:01 minutos el auto líder se regresaba y con él nosotros. Alex se hubiese acabado la voz de cuestionarse el por qué de tantas vueltas, pero no fue así gracias a la eficiente terapia de, en ese momento, el gran psicólogo-copiloto. Recuerdo uno de nuestros diálogos de terapia. Pasamos por una de tantas partes en que el camino se dividía en dos, Oliver se introdujo en uno y antes de seguirlo, le dije a Alex: “no lo siguas, seguro se regresan, están jugando con nosotros, los moscos se apoderaron de ellos” xD. Pero como mi tratamiento psicológico para personas que siguen a alguien en auto es muy eficiente, él se sentía capaz de tomar un decisión sin escuchar mi consejo. Así, siguió al carro qué será… ¿5 segundos? cuando notó que ya venían de regreso. Entonces el quiso regresar también, pero el terreno arenoso y las pequeñas y delgadas llantas del auto provocaron que nos atascáramos u-u. Evidentemente, el cerebro que controlaba a Oliver tenía todo planeado. Cuando nos observaban, estoy seguro de que implantaron algo a Alex que lo obligaría a desobedecerme y seguir a Oliver (quien también tenía algo implantado). Oliver, poseído, tomó la decisión de seguir el camino arenoso y Alex de seguirlo.
¿Qué lograrían con eso los mosquitos? Seguramente controlaban todas las piñas del bosque y les darían la orden de aniquilarnos. *-* Tal vez mandarían a sus coyotes por nosotros u-u. Quizá eran arenas movedizas industrializadas, que se activarían una vez que nos durmiéramos. A lo mejor, y lo menos lógico, esperaban que como humanos nos quedáramos ahí hasta que nuestras provisiones se terminaran, enloqueciéramos y nos comiéramos unos a los otros, y el ganador podría ver la L. H. xD Como sea, cualquier posibilidad indicaba nuestra muerte; excepto aquella de la que me percaté más adelante. Los mosquitos inyectaban algo en la cabeza de las personas, pero la genial melena que nos cubre a Bryan y a mí es impenetrable. Todos, excepto nosotros, estaban controlados por los mosquitos. Esto determinaba la victoria a favor de nosotros. Bryan hizo sonar el pito de un auto y yo el del otro, lo que ocasionó el fin de la posesión mosquitezca. Todos recuperaron su estado consciente. Posteriormente, intentamos sacar el auto atascado. Se trató empujándolo con el otro carro pero también se atoró, aunque este fue rescatado rápido. Todos se habían rendido y no querían seguir empujando el carro atascado, hasta que Bryan dio su discurso: “vamos, debemos confiar en el corazón de las llantas y el espíritu bondadoso de la arena. Concentrémonos y exterioricemos nuestra fuerza interior para mover el auto. Visualicémonos en frente a la laguna, comiendo un rico platillo campal digno de un equipo fuerte”. Todos se conmovieron y logramos sacar el carro. Yo no dejaba de pensar que el ambiente había hippizado a Bryan.
Así llegamos a la zona campal llamada “Pai-Pai”. Nos establecimos, convivimos, dormimos. Durante mi sueño, tuve un viaje fenomenal: el resto del campamento me cargó y me puso en lo alto de una montaña… ok no, sólo bromeo xD. Durante mi sueño fui visitado por los mozquitos, quienes me explicaron todo lo sucedido. Ellos eran espíritus pai-pai-enses que habitaron el lugar 600 años atrás. Me mostraron cómo fueron exterminados por grupos humanos que descubrieron la L. H., la hicieron una industria turística y miles de personas la visitaban, contaminándola y destruyéndola cada vez más. El Consejo Espiritual de Mozquitos Exterminados (CEME xD) se reunió para tomar acción 50 años después de su muerte, el resultado, nuestra experiencia: el ser observados, el quedarnos en la arena y todo lo demás era una prueba, sólo aquellos que realmente deseen ver la Laguna Hanson (Hanson en honor a Hanson, el mosco jefe de los moscos, y la zona campal, Pai-Pai, en honor a su espoza, Pai-Pai. Laguna en honor de que… bueno, es una laguna…) y disfrutar su belleza sin intenciones nocivas para el ambiente serían capaces de superar la prueba y llegar a su destino. Cuando Bryan dio su discurso los mosquitos supieron que éramos aptos para el viaje.
Los siguientes días conocimos el lugar, la laguna, las montañas, los bosques, los baños, las piñas, los perros, la vista, etc. Jugamos, cominos, charlamos, descansamos, disfrutamos, y un largo etcétera. Una experiencia genial. Valió la pena aquella prueba y todo lo sucedido en el camino de regreso. Y la frase de la aventura: “y quién te dijo que tú eras el líder”, por Omar V. XDDD


4 comentarios:

Ghostyaya dijo...

jejej!!
excelente aventura!!!
sabia que eras una persona capaz de sobrellevar todo lo que se propone!!
felicidades agente K!!
espero otras se sus misiones..xD

Profanitista dijo...

Maldicion... cada ves escribes mas y mas xO

deberia haber una ley en contra de tanta imaginacion xDD

ntc :P

segid asi ^^! debes an cuando sale una historia que me interesa :D

Bryan A. Chilian dijo...

hahaha W T F dude hahaha

es la primera vez que aparezco en una narración =)

KenisS dijo...

Estar tanto tiempo dentro de un auto hace daño :S
jajaja
Creo que seguire este blog.
Ya no me empujes tipo

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Edgar Hernández. Tecnología de Blogger.